Reconozco que no lo vi venir, distraída como iba contestando un mensaje. También es verdad que no era previsible que aquel vehículo parara y diera marcha atrás tan bruscamente. Cualquiera podría haber imaginado que la tracción natural del vehículo era seguir hacia delante en aquella vía de única dirección.

No sentí dolor. En realidad, no sentí nada, solo un apagón, como el de un ordenador pero sin musiquita.

Tampoco vi túnel, ni luz, ni otras zarandajas. Allí no había nada. Silencio absoluto y oscuridad sepulcral y también, por qué no decirlo, mucha paz.

Estuve en ese estado durante un buen rato que no supe calibrar con exactitud y en cuyo transcurso me asaltaron varias dudas:

Si no sentía nada, ¿estaba muerta? En caso afirmativo, por qué no veía luces por ningún sitio o familiares que vinieran a por mí? Acaso estaba en el purgatorio? ¿En el infierno quizás?

Comencé a tararear una canción de Leiva, esa de “mira hacia el cielo, baja la guardia que pase la tormenta, que no estás solo, que estás de espaldas y no te das ni cuenta…»

Pero nada. Aquello no era cosa mía, ni modo, como dirían los mejicanos. Allí no aparecía ni el Tato.

De puro aburrimiento me dormí, no tenia qué hacer, ni con quién hablar ni a dónde ir, pues no se veía un pimiento.

Un traqueteo violento y un sonido agudo me despertó.

Era lo más parecido a un dispositivo sonoro, sí, a la sirena de un vehículo de emergencias. ¡¡¡Eso era!!!!  Seguía sin ver nada, tampoco podía articular palabra y por mucho que lo intentaba cualquier esfuerzo fue en vano.

El sonido se fue haciendo más agudo y más cercano hasta que me resultó insoportable. De repente dejó de sonar. Intuí un murmullo ininteligible de gente y a quien parecía ser un agente del orden gritar.

Mierda, pensé, no era una ambulancia, debía ser un vehículo de atestados.

-“Por favor, retírense. Vayan fuera del cordón de seguridad. ¿¡¡No ven el charco de sangre!!? ¡¡Un poco de respeto!!”

¿¡¡¡Sangre!!!? ¡¡¡Dios Santo!!! Dijo sangre, creí que me volvía a desmayar. Siempre me ha dado aprensión la sangre, pero es que además el agente dijo “charco de sangre”, con lo que aquello era un plus.

-Soy el subinspector Ramírez, identifíquese…

No pude oír mas porque me desmayé.

 

-“Veo que ya está despierta. Ha sufrido un traumatismo craneoencefálico severo con pérdida de conciencia y múltiples traumatismos. Le hemos realizado una RM y afortunadamente no hay coágulos. Estará muy dolorida pero le hemos colocado un chute completo para q no sienta dolor.

Pensé en Drogoteca, las drogas al fin y al cabo no son tan malas. Pero no pude expresárselo a quien me hablaba.

-“No se preocupe en hablar. Tardará en hacerlo. No hemos podido localizar a nadie, no llevaba usted móvil, así que la policía está intentando localizar a sus familiares”.

Maldita sea, pensé. Bueno más bien lo que pensé fue “mecagoenmiputavida”. Pasarían horas hasta que alguien me echara de menos, salvo mi Procurador, a quien le estaba escribiendo que me vencía el plazo para contestar a una demanda reconvencional y estaba en el día de gracia. Justo cuando el incidente. En gracia De Dios, no te jode. Sería el único que se extrañaría de que no la mandara y lo dejara a medias en la conversación.

Me vencía el sueño, pero la preocupación de que se declarara precluído el derecho me angustiaba más. Empecé a memorizar los hechos de la demanda aun a sabiendas de que sería en vano. El juzgado no suspendería el plazo pues había sido responsabilidad mía agotarlo y eso me atormentaba más que el no poder hablar.

Al fin y al cabo aquella voz dijo “de momento”, con lo que aquel complemento preposicional me daba un hálito de esperanza.

Intenté relajarme usando la respiración que me enseña mi profe Marta en el baile, pero creo que me dormí por el chute de drogas que gota a gota notaba penetraban por esa cánula que me habían colocado en la mano.

Me sumergí en un sueño profundo y, como Alicia, iba cayendo por un agujero largo y angosto y fui a parar como Dorita a una suerte de lugar mágico.

Me imaginé entonces que yo, al igual q aquélla, habría ofendido a Charitrini (como bruja que era) y, en su venganza premeditada, embistió su vehículo contra mí haciéndome caer hacia aquel lugar.

Yo solo anhelaba ir a Tonga, por el amor de Dios, todos lo sabían, y aquello no era más que una conjura de Charitrini con el destino.

Al menos no tenía hambre y tampoco sentía dolor, así  que comencé a caminar por una carretera que parecía secundaria hasta que me encontré con un peón camionero que andaba arreglando un socavón.

-“Disculpe – le dije- ¿me podría indicar cómo se llama este lugar?”

Me miró de hito en hito y me contestó.

-“Tuiterlandia. Aquí cada uno puede ir donde quiera, decir lo que quiera y hacer lo que quiera. No hay reglas. Ahora bien, tienes que tener cuidado, porque hay trolls, gente sin corazón, cobardes y mezquinos, que pueden desde someterte a un juicio sumarísimo, al bloqueo o a la expulsión. Ve con cuidado, muchacha”.

-“Pero oiga -balbuceé-, yo solo quiero volver a mi mundo, pero antes del vejigazo.

Una risa estridente dejó al descubierto una dentadura escasa en incisivos. Me recordó al risitas.

-«Mira, habla con cualquier influencer de tuiterlandia. Con su habilidad y destreza te indicará el camino de vuelta, a ser posible, antes de ese vejigazo, como dices».

-«Y ¿cómo puedo saber quién es el influencer ese?» Le pregunté esperanzada.

-«Tienes acceso gratis a internet en las estaciones de servicio. Sigue recto este camino y en la primera rotonda avistarás una de ellas. Allí encontrarás un surtidor de ordenadores disponibles. Creo que sólo necesitas proporcionar tus datos personales y darte de alta en la red. La elección del infuencer depende de ti, de la magnitud del problema y de las habilidades que pretendas usar».

-«De acuerdo -asentí-, pero no sé yo si eso funcionará. Aquí creo que me trajo una tal Charitrini, sospecho».

Su cara demudó.

-«Hostias, Pedrín. La bruja de tuiterlandia. Muchacha, ¿eres tú la que la pones en evidencia en la red con tus chistes? El año pasado la liaste parda, tuvimos comidilla durante todo el otoño. Pues he de reconocer que lo tienes chungo, sí. Pero igual, si atinas bien con el influencer, hasta tienes suerte».

Caminé durante casi hora y media, me sorprendí al no sentir ni hambre ni cansancio a pesar del tiempo que ya llevaba en ese lugar. A los lados de la carretera había pequeñas edificaciones pero no aprecié gente, solo esas construcciones simples con un pequeño huerto alrededor. No faltaban tampoco los cipreses que apuntaban a un cielo anaranjado, ni antenas de red orientadas hacia el infinito. Supongo que estarían conectados.

Tal y como me había dicho aquel peón, avisté en seguida el terminal. Un señor muy amable me dijo que el acceso era gratuito y que solo tenía que dar mis datos personales.

Entonces recordé lo que siempre dicen Borja Adsuara y Jorge García Herrero: “cuando el producto es gratis, el producto eres tú”.

Navegué por internet en busca de los más influyentes, pero nada. No tuve suerte al primer intento. La primera página que avisté era “Brandwatch”, una tal Gemma Joyce que aparecía como social data journalist publicaba un artículo en el que aparecían desde Liam Payne, Donal Trump y Justin Bieber; también un tal Ronaldo. Nunca había interactuado con ellos, así que volví a intentarlo, esta vez con colegas de profesión, por eso del corporativismo…

La primera página en búsqueda de google de los 20 abogados más influyentes  era del periódico expansión. Me mosqueé un poco porque recordaba que éstos me quisieron hacer una página central a todo color como abogada del momento por el módico precio de unos euros que no estaba dispuesta a pagar. Con las expectativas no es de buenos cristianos jugar, así que puse un tanto en duda la información, pero no tenía nada, así que la ojeé.

En fin, me dije, no tienes nada que perder, y  cliqueé la página.

Estaba de suerte, porque entre éstos aparecía mi amigo Manuel García Trevijano y Borja Adsuara, también Alfredo Herranz.

Conocía al resto, pero me decanté por Borja, al fin y al cabo él era mi cómplice en las chanzas con Charitrini y seguro que me indicaría el camino de vuelta y sin vejigazo. Además, aquello era tuitterlandia y no sería sometido a un proceso por tráfico de influencias ni por cohecho, digo yo. Aparecía en el último lugar, pero recordé las enseñanzas del cura de religión de bachiller, con esa matraca relativa a que los últimos serían los primeros

Le di las gracias al del surtidor, no sin antes preguntarle cómo podría encontrar a Borja Adsuara y si lo tenían en aquella comunidad como alguien de reputada solvencia, pues veía que en internet aparecía en el vigésimo lugar.

-“Muchacha, Borja Adsuara aparecerá en el vigésimo lugar porque no ha pagado la cuota del periódico ese, pero aquí se le reconoce como el más sensato de la comunidad, reúne todo lo que se necesita para permanecer en el top, es educado, cordial, hace hilos interesantes, provoca el diálogo y además maneja un humor inglés digno de los Monthy Phyton.

Lo podrás encontrar si sigues el camino de las baldosas color nude. Las amarillas no, que está llena de independentistas que nos tienen la cabeza loca. Hasta han reivindicado estas tierras como creación de su intelecto y montan cada pollo que cada dos por tres se produce un bloqueo masivo y se originan explosiones de meteoritos en la atmósfera diez veces más poderosas que la bomba atómica lanzada en Hiroshima. Por culpa de estos meteoritos hemos tenido que contratar a varios peones camineros. Nos tienen muy jodido el lugar y es que aquí se puede decir de todo, pero las consecuencias pueden ser devastadoras, desde el ostracismo al bloqueo. Luego está la muerte en twitter, el puff, pero de eso se encarga el Juez Zipper, que es uno de los más equidistantes”.

Seguí su consejo, y me encaminé por aquellas baldosas nude. Algunas estaban algo desconchadas y para entretenerme me puse a jugar con trozos de tejo, lanzándolo a puntapiés y a la pata coja.

Así pasé un buen rato, hasta que el camino pareció terminar y un destello de luz me deslumbró.

-“¡Hombre, Mjletrada, tú por aquí! El año pasado fueron unas setas, ahora veo que el caso se ha complicado un poco. No debiste hacer tantas chanzas sobre Charitrini, aquí la gente te ríe mucho las gracias, pero al no disponer de cuenta, su reputación depende de lo que dices. Ya sabes el axioma: ”si no hablas de ti y te encargas de gestionar tu perfil, otros lo harán por ti”.

Reprimí mis ganas inmensas de abrazarle, pero me contuve, porque sabía que me echaría a llorar y le afectaría a su capacidad de resolver el problema. Debía ser empático, desde el punto de vista emocional, pero frío y racional, porque sólo desde la distancia podría aportar la mejor solución.

-“Pues ya me dirás… Porque volver quiero volver, pero antes del tremendo vejigazo. Y sólo tú puedes ayudarme”.

-“Lo que debes hacer es sencillo, desaparecer durante un tiempo, esfumarte, hasta que Charitrini deje de ser un hecho noticiable en esta comunidad. Pasarás desapercibida por cuanto no eres relevante en tuitterlandia, no apareces como influencer en ninguna estadística de la red, caes bien, sí, pero ya sabes que los afectos son inconstantes. El año pasado, ya se aportó un Acta notarial que indicaba la poca repercusión de tus aportes por no decir ya la poca interacción, así que mi consejo no es otro que pasar desapercibida y Charitrini aquí dejará de tener perfil alguno. Se esfumará como las lágrimas en la lluvia”.

En esas estábamos cuando de repente un meteorito colisionó contra una de las baldosas del camino dejándola hecha añicos, otro bloqueo masivo, pensé para mis adentros.

Produjo tal impacto el jodío que me elevó por los espacios siderales a una velocidad que intuí era superior a la de la luz.

Perdí de vista a Borja, tuitterlandia se fue haciendo cada vez más pequeña y remota y no sé cómo fui a parar a un contenedor de cartón reciclable. Agradecí que no fuera el de restos orgánicos por lo escrupulosa que soy.

Me levanté con la dignidad que aún conservaba y me encaminé hacia el paso de peatones que se encontraba a dos pasos y medio del contenedor. Esta vez sí vi el vehículo y cómo su maniobra cambió de manera inopinada. Pero estaba prevenida y di un salto esquivándole. Nos miramos la oronda conductora y yo y solté unos cuantos exabruptos que se perdieron con el viento.

Por si acaso, desapareceré de tuitter por un tiempo; no sé si volveré, pero eso es otra historia.

 

Agradecimientos:

A Carmen Carbonell, Manuel Pérez, Patricia de Dios y MJ Hidalgo, por compartir mi día a día y estar siempre. Mis amigos.

A Borja Adsuara, por su saber estar.

A Leopoldo Gandarias porque me ha enseñado que el derecho tributario no está reñido con la gracia.

A Jorge García por acercarme ese rollo de la protección de datos como las series de TV.

A Millenium y J. Grau por sus aportes sobre derecho internacional privado y lo que me enseñan en mi trabajo.

A Miki & Duarte por arrancarme cada día la sonrisa pese al panorama que vivimos.

A mi tocaya Mjesus por enseñarme a respirar y decirme que me quiere. Esa camiseta del atleti la guardo en mi ❤️.

A Pucho porque nos separaron al nacer, solo que el jodío no engorda y yo ya estoy rodando.

A Javi, Toni, Marcos, Makakin, Mercedes, por compartir música y risas.

A Manuel Trevijano, Alfredo Herranz y Raúl Gámez por su fina ironía.

A Mª Isabel por su complicidad y su humor. También por no tener filtro y bloquear al primer clic. La adoro.

A Manuel Zamora por su amistad y encajar los lunes como yo los viernes.

A Lucas por proclamar los viernes a la hora del Ángelus.

A Natalia Velilla y Ladycross por sus aportes y su humanidad.

A Mariló Rivera por su gracia y su arte.

A Ana espinosa, Ispinola, Flami, Ro, DJ, Silvia…por esos hilos locos.

A Yolanda Vidal, Maribel Orellana y Fabio por sus bromas y sus chistes, tan de cada día.

A Ana y su rebonico, por ese romance con final feliz, a pesar de esas comidas con la que ella amenaza hacer.

A Pablo G. Vázquez por esos vídeos que son lo más y enseñarme derecho financiero.

Al Páter (Bartolomé) por acercarnos cada día el santoral con todo el arte del mundo.

A Sacra Cobos por su sonrisa, que, junto con la de Cristina Pérez, iluminan mi tl.

A Jorge vives porque lo tengo engañado.

A mis cartageneros Ángel, Cubi y Antonio porque son auténticos gentelmanes.

A Mª Ángeles Jimenez y Ruth por compartir desayunos y buenos días.

A Nando por sus lunas y su gato políglota.

A Nieves, servidora,  por dejarme compartir un trocito de intimidad y ser del Atleti, que eso une.

A J. G vallecillo por sus buenos días tan medievales.

A Josan por su arte culinario.

A mis notarios, LLopis y Rosales porque demuestran que eso de ser notario no es de ser graves.

A Escarlata Gutiérrez por su forma de acercarnos su trabajo, con una hermosa sonrisa.

A Oui c’est moi porque intuyo q lo nuestro es el principio de una gran amistad 

A M. Nokitakashi, por ese vermú q nos debemos.

A Carmen Álvarez por su humor inglés y ser una mujer de 10, a la que le debo unas cuantas resacas.

A Gallego Rey por su forma de escribir, tan suya.

A Raquel Centeno y Carmen Rodríguez por su afecto inmerecido.

A Teo por quedarse en mi tuiter y no aburrirse.

Y a tantos y tantos otros que hacen que esto sea un sitio agradable donde asomarse.

Pido perdón por las omisiones, lo he hecho de memoria y todos sabéis que soy Dori, por eso ya sé que no están todos los que son, pero son todos los q están.

Nos veremos en el próximo curso!!!

Lal imagen que ilustra la entrada es de Caitilin Wynne.