-Abogadaaaaaaaaaaaaaa… Abogadaaaaaaaaaaaa…

La voz de aquella oronda y desagradable mujer me penetraba los oídos y me producía el mismo escalofrío que a mi colega de “El cabo del miedo”.

-No tienes escapatoria, o me aceptas como cliente o caerá sobre la humanidad el peso de tu rechazo -dijo con una voz gutural que hizo retumbar el cuadro de los Pulp Fiction de mi pared.

-A ver, Chari -comencé con voz queda pero simulando firmeza-, de qué clase de peso estamos hablando.

-Me estás vacilando, abogadaaaaaaaaaaa.

Se me heló la sangre. Aquella amenaza no parecía un órdago, un envite, un pulso ni una chulería. Esa desagradable mujer iba en serio.

-Esto es muy sencillo -recondujo- o llevas mi divorcio con Paco, o propago un virus de una naturaleza tan letal que va a provocar consecuencias  difíciles de calibrar y a todos los niveles.

Casi se me escapa una carcajada, que contuve por miedo a la reacción de aquella previsible mujer. Y es que me recordó, no sé por qué razón, aquella viñeta de Ibáñez en la que el profesor Bacterio ha ideado una pócima nueva y Filemón y Mortadelo luchan por no tomársela. La mente es maravillosa, me dije. Ella, que era una mezcla de Max Cady, Hannibal Lecter y Bacterio; también Ofelia, por aquella permanente quemada y exceso de peso.

-Chari, ¿no comprendes que en este caso carezco de imparcialidad? Les conozco tanto a ambos que por razones de naturaleza ético profesional no voy a poder asumir -dije con la misma contundencia que cuando defiendo a un cholo sorprendido en la escena del crimen.

-¡¡¡Chorradas!!!, ¡¡¡excusas!! Me importa un soberano pito las cuestiones tuyas de moralidad. Aquí no hay ética profesional que valga. O asumes mi defensa y dejas al Paco en cueros, tieso y sin dónde caerse muerto o no dejo en este mundo de mierda de tuiter un ser humano con vida, al menos la que conocía, con sus fotos de terracitas, vermús a medio día, selfies y buenrrolismo cursi.

Menudo órdago. Paco y Charitrini, divorcio. Yo, que había demostrado en redes mi afecto más a Paco que a Chari. Entre otras cosas porque Paco era tonto de manual, pero precisamente por eso se hacía querer. Ella, en cambio, era retorcida, suspicaz, virulenta y con mucha mala leche. Hasta en dos ocasiones había intentado hacerme desaparecer de tuiter y ahora lo que pretendía era destrozar la red entera tal y como la conocíamos.

Estaba claro que no iba de farol.

Pretendiendo indagar en aquella maquiavélica mente, intenté sonsacarle acerca de la existencia de ese virus, de sus posibilidades de crearlo y de su naturaleza, tan letal como para destruir el mundo virtual como hasta ahora lo conocíamos.

-Chari, quid pro quo -solté el latinajo como un impulso irrefrenable, sin valorar que estaba ante una mujer que sabía latín, pero de otro modo…

-Cómo diceeeeeees, abogadaaaaa?

-Que acepto el caso a cambio de que me pongas en antecedentes de ese virus, cómo ha llegado a tu poder, su propagación y sus efectos en la población de tuiter -Reconozco que lo dije con la convicción y entereza del que pide la última comida en el corredor de la muerte-.

-Es justo -me contestó, como dando una prebenda-. He comprado en un laboratorio de Wuhan una pócima que contiene el orín de un murciélago y la sangre de un pangolín, este líquido se ha sometido a diversas reacciones químicas que producen en los tuiteros tristeza, melancolía, llanto incontrolado, desazón, desesperanza y un montón de “patías” difíciles de nombrar.

-A ver, Chari -dije con cierta sorna. ¿Cómo vas a inocular ese virus en redes? Además, ten en cuenta que ya tenemos “odiadores profesionales”, “profesores amargados” y un sinfín de gente que no se medica.

-JAJAJAJAJAJAJAJA! -aquella risa sardónica estalló de manera tan sañuda que por un momento me dejó inerme.

A ver, pardilla, si esos perfiles son la sal y la pimienta. ¡Anda que no son motivo de hermandades y de lazos afectivos!. Cuando un odiador o un profesor con ínfulas lanza un tuit, es motivo de réplicas y contrarréplicas, hasta poner en evidencia o su mala baba o su incontinencia verborreica sin sentido.

Yo me refiero a hacer de tuiter un lugar de amargura, tristeza, desazón y desesperanza, donde no haya chispa, sólo aburrimiento.

-Pero, Chari, ¿no comprendes que divorciarte de Paco es como divorciar a Tip de Coll, a Mortadelo de Filemón, a Epi de Blas, a Zipi de Zape, a Miki de Duarte!!!???

-Me importa un soberano carajo esa gente. Yo me quiero divorciar y esas son mis condiciones, o las tomas o te jodes tú y tuiter.

-Visto así… -dije con poca seguridad y abulia-. Necesitaría que me aportaras toda la información patrimonial de la familia, certificado de matrimonio, si la vivienda que constituye el hogar familiar está gravada con hipoteca, últimas declaraciones de la renta…

No me dejó terminar, pues sacó del bolso un montón de papeles metidos en sus correspondientes fundas transparentes y debidamente etiquetadas.

-Quiero quedarme con la casa y con una pensión compensatoria, dejar a Paco en la calle y sin calzoncillos, pa que tú me entiendas, abogadaaaaaa -y en un alarde de psicomotricidad expresaba estas palabras guiñándome de manera torpe el ojo izquierdo a la par que hacía una especie de mueca torcida con la boca emitiendo un sonido parecido a un chasquido.

Los soltó en la mesa y se largó por la puerta de la misma manera que vino, pero dejando tanta paz como la que me había quitado al entrar y permanecer en el despacho.

No tenía la menor intención de asumir su defensa, esa desgraciada había errado en dos ocasiones, y según mi madre y todas las profecías de los Arcanos mayores y menores, no hay dos sin tres.

¡Cómo iba yo a hacerle semejante trastada a Paco que tanto juego me daba en redes! Era simplón, en ocasiones irritante, pero carente de maldad.

Además, ¿cómo podía un brebaje de pangolín y murciélago afectar a la red, a todo el conjunto de tuiteros? Bah, pensé, en todo caso, habrá uno o dos casos, no más, a los que pueda afectar, los propensos a la mala leche harán visible aún más su verdadera personalidad.

De repente, me vino a la memoria algo que leí en cierta ocasión. Un estudio de 2017 de la Asociación para la ciencia psicológica, realizado por científicos de Missouri y Purdue, que investigaron el efecto del alcohol en un grupo de individuos, llegando a la conclusión de que éste en definitiva no te convierte en otro diferente, sólo exacerba tu verdadero yo.

Consulté no obstante con mis amigos Borja Adsuara y Jorge García, que al oír mis explicaciones y mis dudas al respecto soltaron sonoras carcajadas.

Definitivamente no estaba dispuesta y esas dos mentes preclaras me sacaron de cualquier resquicio de duda al respecto.

Armándome de valor la llamé al día siguiente. Nadie contestó.

Volví a intentarlo nuevamente. Esta vez daba una llamada y enseguida saltó un contestador.

Apurada, fui a WhatsApp, pero me había bloqueado, porque no salía su imagen y mi mensaje “Chari, necesito hablar contigo” sólo tenía un click.

Di varias vueltas en la cama y conseguí dormir a duras penas. No llegaba a entender por qué esa mujer que estaba tan dispuesta a que tomara las riendas de su divorcio, no atendía a mis llamadas y me había bloqueado. Tuve sueños intranquilos en los que un murciélago y un pangolín me hablaban desde el otro extremo de la cama, decían ser víctimas del despiadado carácter de Chari. El uno estaba cetrino y el otro níveo, producto todo ello, según decían, de la extracción de orín y sangre, respectivamente.

Desperté de un sobresalto y me conecté a twitter. Una noticia me llamó la atención y me produjo una verdadera inquietud, era 11 de marzo. No, no me la produjo por ser el aniversario de los atentados de aquél nefasto día de 2004, sino porque la OMS mostraba una verdadera preocupación por los alarmantes niveles de propagación de una nueva enfermedad, nociva, letal, caracterizándola de pandemia.

Lo que vino después de aquello lo conocemos todos, pero lo que no consiguió Charitrini, tampoco esta vez, es hacernos desaparecer de la manera que pretendía ¿o si? Bueno, en todo caso, eso siempre será otra historia.

Con ello cierro la trilogía de Charitrini que, aunque no haya dos sin tres, no es bueno tentar a la suerte.

Mi agradecimiento sincero a todos los que hacen de twitter un lugar de júbilo y cachondeo, donde compartir conocimientos y vivencias, porque la vida, aunque a veces nos ponga en duras diatribas, golpes bajos, nos trate a veces de usted y sea dura de pelar, merece la pena. No voy a nombrar a nadie, porque tengo muy mala memoria, pero dicen que un gran corazón.

 

Las imágenes que ilustran la entrada pertenecen a Kelly Sikkema y Jackson Simmer.